¡Casi nos tenemos que frotar los ojos para creerlo! Estamos en el Corral de las Mulas, en Formigal, es 16 de Mayo, y ¡¡¡está nevando!!! Fernán, Rafa y yo empezamos la marcha por la carretera cerrada que lleva a la zona esquiable de Anayet. La niebla y el viento helador, acompañado de minúsculos copos de nieve nos acompañan. Justo antes de llegar al parquin nos desviamos a la derecha, comenzando a ascender bajo el telesilla de Garmet. Las pilonas surgen como fantasmas entre la niebla. Ascendemos cómodamente con raquetas por una de las pistas ahora desiertas. Pronto, junto a una cabaña-bar, igualmente vacía, abandonamos los dominios de la estación haciendo una travesía hacia el oeste en dirección al oculto barranco de Culibillas.
Llegamos a la altura de la Punta de la Garganta, que dejamos a la izquierda, realizando un incómodo flanqueo (con raquetas) alcanzando la parte elevada del barranco, En este punto vemos cuatro esquiadores que descienden directamente del pico Arroyeras, aparentemente sin dificultad. Seguimos por el fondo del barranco, y en un par de zetas alcanzamos el llano de los ibones de Anayet.
La niebla se ha apoderado del lugar, dejando entrever tan sólo a duras penas las laderas de Espelunciecha. Alcanzamos unas rocas, un islote en esta llanura antártica.
Comemos algo, mientras decidimos esperar un rato con la esperanza de que despeje algo y podamos ver la ruta a seguir. El tiempo no mejora, apenas la pared rocosa del Anayet se transparenta entre las nubes. Hace un frío que pela, y sigue nevando débilmente. Después de 40 minutos una fugaz visión entre la niebla nos enseña el posible camino a seguir, así que logro convencer a mis escépticos compañeros de que podemos continuar hacia unas rocas cercanas, e ir ganando altura, siempre teniendo en cuenta, que aunque tengamos que retirarnos podremos hacerlo por nuestras huellas.
Nada más reiniciar la marcha, el cielo se abre e incluso luce el sol intermitentemente. Ya tenemos clara la ruta.
Ascendemos con rapidez y a través de una inclinada pala alcanzamos la cresta fronteriza con el valle de Izas, completamente oculto por la niebla.
Tan sólo al norte, en dirección al Anayet, está despejado. Una fina arista nevada, y con importante cornisa hacia Izas, nos separa de la rampa final del pico.
Avanzamos con mucho cuidado, el paso es estrecho, y la cornisa vuela sobre el fantasmal y oculto valle de Izas. Ni rastro de Punta Escarra, Pala de Ip, Moleta…
Ya hemos llegado al otro extremo, inicio del asalto final. Comprobamos que los esquiadores que habíamos visto descender a Culibillas lo han hecho por la pala que tenemos a nuestra izquierda, que parece más asequible que la que hemos ascendido nosotros, por lo que decidimos que el regreso lo haremos en este punto y así no tenemos que volver a pasar por la arista estrecha. Quitamos las raquetas y calzamos crampones, ya que aunque la nieve es blanda, por si acaso en estos 100 metros que quedan y que están muy expuestos al viento nos encontramos hielo. Rafa se encorda con Fernán, que está un poco tenso por el ambiente tan alpino. Más arriba la niebla deja ver intermitentemente la cima. Comenzamos la ascensión final, que es muy fácil. La nieve, estupenda, y la ladera, empinada pero amplia.
Por fin alcanzamos la cima del pico Arroyeras (2575 mts) que se estrecha considerablemente, al tiempo que se alarga infinitamente hacia el pico de Culibillas, que ni siquiera vemos. Una esbelta cornisa vuela hacia Izas, que sigue desaparecido. Abajo, muy abajo vemos nuestras huellas en la fina arista anterior a la pirámide cimera. Es la típica visión de las aristas de los Alpes, salvando las muchas distancias, por ejemplo, arista de Rochefort. Al oeste divisamos las empinadas laderas del Garmo de Izas y Vértice de Anayet, que con sus acanaladuras me recuerdan a Joe Simpson en los Andes (Tocando el Vacío). Se que exagero, pero al mismo tiempo me siento importante, como que hemos realizado una gran ascensión en un ambiente hostil. Apenas hay gente en la montaña. El día no es propicio, pero a fuerza de fe lo hemos superado y nos encontramos exultantes.
El frío se agudiza por momentos. Observo que hay -1º C, pero el viendo aumenta considerablemente la sensación. Sacamos unas cuantas fotos, entre ellas una dedicada a nuestro “sponsor” Libelium y descendemos rápidamente hacia la cresta.
Al llegar a la base de la arista, comemos algo, y continuamos por la pala que tenemos justo hacia el norte. Seguimos la traza de los esquiadores, ya que vemos que no hay dificultad. Avanzamos con rapidez, aunque la nieve, ya algo transformada dificulta nuestra marcha, por lo que volvemos a intercambiar crampones por raquetas, mientras en la soledad del llano de los ibones, blanco inmaculado, pasea un rebaño de sarrios a la deriva.
Aprovechamos esta pequeña parada para prepararnos un café exquisito, que como siempre Rafa ha incluido en su equipo. Descendemos directamente al barranco de Culibillas, ahorrándonos el rodeo del llano de los ibones. Volvemos a hacer el flanqueo de la ladera sur de Espelunciecha, que ha sido barrida por pequeñas avalanchas, y nos dirigimos ya hacia el Este.
Aprovechamos esta pequeña parada para prepararnos un café exquisito, que como siempre Rafa ha incluido en su equipo. Descendemos directamente al barranco de Culibillas, ahorrándonos el rodeo del llano de los ibones. Volvemos a hacer el flanqueo de la ladera sur de Espelunciecha, que ha sido barrida por pequeñas avalanchas, y nos dirigimos ya hacia el Este.
El cielo se ha abierto ya considerablemente, permitiendo la fantástica visión de los picos Balaitús, Frondellas, Infiernos, Tendeñera, todos ellos cubiertos de una blancura exagerada. Alcanzamos de nuevo las pilonas de la Estación y el asfalto de la carretera de Anayet. Poco después llegamos al coche junto al Corral de Las Mulas.
Gran día de montaña, estreno de nuestras raquetas, mil metros de desnivel, de los cuales 900 m. por nieve. Ambiente alpino 100%. ¡Qué más podemos pedir! Bueno, si se pudiera elegir pediríamos no haber sufrido las quemaduras producidas por un sol inexistente, y que nos han dejando el cutis hecho polvo, amén de todas las explicaciones que hemos tenido que dar en nuestros puestos de trabajo, quedando en entredicho nuestra experiencia montañera acumulada en tantos y tantos años.
Mayo 2010. Fernán, Rafa, Quique.
Mayo 2010. Fernán, Rafa, Quique.
Menuda aventura, debió ser preciosa y emocionante, pero qué miedo, la niebla, el frío..., debe ser una experiencia excitante y una sensación de triunfo conseguir la meta.
ResponderEliminar¿Quemados sin sol?, sí lo he oído decir que el reflejo de la nieve quema, pero por eso deberíais ir bien protegidos con cremas y demás.
Que sigáis pasándolo así de bien, besos a los tres, especialmente a Rafa.
Rafa, qué puedo yo decirte. Que me muero de envidia por tus viajes? Por el frio? Por la sensación que destilan de libertad y entusiasmo?
ResponderEliminarSoy niña de tierra firme, lejos del mar y las alturas. No sé nadar, no sé esquiar y me canso si subo demasiadas escaleras... Pero que compartas tus vivencias se agradece, sobre todo para los que sólo viajamos con la cabeza...
Sigue disfrutando, sigue recorriendo rutas y armando historia.
Te sigo desde mi habitáculo de incienso y cigarros.
Un abrazo.
Clo.
Genial
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