Es fácil recordar datos cuantitativos como nombres de picos, altitudes, desniveles, orientaciones, acotaciones geográficas, coordenadas GPS, grados de dificultad en diferentes escalas ... nos sobran mediciones y este blog es sólo para guardar pequeños detalles que sirvan para pulsar el nodo neuronal que dispara en nuestro cerebro evocaciones, recuerdos, sensaciones, sugerencias y demás impresiones cualitativas

2019-11-25

Ruta de las Ermitas. Punta del Mallo (1653 mts)



Cambio de planes a última hora. El tan ansiado reencuentro montañero con Rafa se ve afectado por la borrasca que ha dejado un ambiente invernal cubriendo de nieve el Pirineo. Aprovechando que la meteo predice una mañana seca, nos desplazamos a Yebra de Basa para hacer la ruta de las Ermitas, prolongando hasta Peña Oturia, y descendiendo posteriormente en circular por San Román de Basa. La nevada de la noche anterior se ha quedado en una cota de unos 900 mts, por lo que nada más salir de Yebra ya pisamos nieve.
El itinerario asciende suavemente en dirección norte. Paisaje precioso de media montaña, con los árboles y arbustos a tope de nieve, y las nubes a media ladera. Dejamos atrás las dos primeras ermitas y tras cruzar el barranco de Santa Orosia, se empina ya más seriamente buscando alcanzar el santuario Rupestre excavado en la roca, aparentemente inaccesible.

Ermita de Escoroniellas


El conjunto se encuentra en muy buen estado. La visibilidad se ha reducido considerablemente, ya no vemos el horizonte. La cascada que se desploma desde lo alto de la muralla rocosa le confiere un ambiente especial. Y sobre todo, la soledad. Esta ruta es muy frecuentada, pero hoy, con el día que hace, tan solo hemos visto una persona con dos huskies y algún runner que se ha dado media vuelta. Uff, es que correr con tanta nieve...
Ahora el itinerario continúa hacia la izquierda por una ancha repisa colgada en la muralla. Dejamos atrás dos ermitas adosadas a la roca, San Blas y Santa Bárbara, y poco después franqueamos el paso de la muralla de conglomerados que da acceso a la gran pradera. En el extremo sur, la ermita de la Cruz, y al fondo, hacia el norte, ya divisamos la Ermita de Santa Orosia, y por encima de ella la cima de Oturia, bastante alejada.

Barranco de Santa Orosia

Ermita de San Cornelio

Ermita de la Cueva, situada encima de la Ermita de San Cornelio



Ermita de Santa Bárbara

Llegamos a la pradera. Ermita de la Cruz o Zoque

Parece que despeja, pero es un espejismo. Al fondo Oturia

La visión dura dos minutos apenas, una espesa niebla nos envuelve y ya no nos dejará. Entre la nieve sobresalen los postes que indican el itinerario, por lo que llegamos sin ningún problema a Santa Orosia. En el porche hacemos un descanso para reponer fuerzas, y nos encontramos con una pareja que ha venido detrás nuestro. Charlamos un poco con ellos mientras devoramos el bocata. Ellos deciden regresar dada la escasa visibilidad. Nosotros hemos descargado el track de buscandobucardos y tiramos para arriba, primero por una traza de pista, o por lo menos es lo que parece, ya que no vemos más allá de veinte metros. Cuando llevamos media hora, y viendo que la visibilidad no mejora, nos detenemos a consultar el mapa. Decidimos dejar Oturia para otra ocasión y volver sobre nuestras huellas hasta la ermita de Santa Orosia, y de allí coger una pista recta que nos llevaría hasta La Punta del Mallo, y desde allí, siguiendo el track, descender la muralla por un sendero hacia San Román. 
Ermita de Santa Orosia. Espectral


Retornando por nuestras huellas enseguida damos con la pista, fácil de seguir, pues está flanqueada por hermosos pinos, hasta que los pinos desaparecen, y ya no vemos nada. Seguimos invariablemente rumbo sur consultando el altímetro. la Punta del Mallo, es muy visible desde Sabiñánigo, y es una cota que se eleva en la muralla de conglomerados, más al oeste de la ermita de la Cruz. En esta punta hay unas grandes antenas, y una cruz de grandes dimensiones. Nos encontramos a una altura de 1650 mts, pero no vemos más allá de 10 metros. Se supone que estamos junto a las grandes torres, pero no llegamos a verlas. El teléfono de Rafa se muere y el track con él. Opciones, solo una, volver sobre nuestras huellas de nuevo a la ermita de Santa Orosia y de allí por el camino de ida. El ambiente es Shackletoniano. Nieve más niebla, mala combinación. Retrocedemos de nuevo hasta las cercanías de la ermita, que se presenta ante nosotros como un espectro salido de la nada. 
Hacia la Punta del Mallo, por una ancha pista


De nuevo en Santa Orosia

Ahora ya, tranquilos por el camino GR, de vuelta hacia Yebra. Bajo la muralla de conglomerado, buscamos un abrigo donde detenernos y comer algo. Antes de emprender la marcha tomamos un cafecito y licor de nueces, como en los viejos tiempos. El camino cruza una valla para ganado, que a la ida estaba cerrada, y ahora abierta. Cómo es la gente, se encuentran la valla cerrada y la dejan abierta. No nos lo pensamos dos veces y la volvemos a cerrar. Pasamos junto al santuario rupestre y su bonita cascada, que ha aumentado de caudal. A partir de aquí las nubes se quedan arriba y ya tenemos visibilidad, abajo vemos los campos de Yebra de Basa, y más allá incluso Sabiñánigo.
Descendemos a buen ritmo y casi sin darnos cuenta estamos de vuelta en el coche. Junto a nosotros, un vehículo se detiene y nos pregunta si hemos visto ganado por arriba. Le decimos que no, pero que nos ha parecido oir esquilas. Nos quedamos casi mudos cuando nos dice que tiene vacas arriba, y que ha dejado la valla abierta para que pudieran bajar. ¡Tierra tráganos! Le confesamos al buen hombre nuestro pecado, y resignado nos dice que no nos preocupemos, que ya volverá a subir al día siguiente.
Así acabó nuestro día de montaña, justo en el momento en el que el que un nuevo frente de lluvia llega a nosotros. Pero ya estamos en el coche.
Después de una paradita con café y vino de nueces, nos disponemos a continuar

Ermita de la cueva. Abajo se ve la de San Cornelio, por detrás de la cascada del Chorro


Margas azuladas. Cerca de Yebra de Basa

Llegando a Yebra, la nieve ha fundido dando paso a un lodazal

Un precioso día de media montaña, en el que tuvimos que emplearnos a fondo con la navegación.
Y una última adivinanza. Si en la Ermita de Santa Orosia te encuentras con un hombre y una mujer, aparentemente pareja, pero ella lleva un bocadillo en pan de barra, y él un trozo de chorizo y pan de rebanada. ¿Qué pensarías? ¿Están juntos o simplemente son amigos? Deambular largo tiempo entre la niebla y la nieve produce ciertas paranoias. Es la ceguera  blanca.
9 Noviembre 2019. Rafa y Enrique

2019-11-11

Cruz de Bonansa (1765 mts) - Bosque de Pegá

"Pórtate bien, los duendes te vigilan"

Cuando llegan estas fechas siempre nos gusta salir a "conocer el otoño", como dice el amigo Rafa. Es complicado que el finde elegido coincida con el esplendor máximo del colorido estacional. Aún así lo intentamos, y creo que esta vez lo conseguimos. Carli nos propone una incursión en un bosque, del que hasta ese momento no había oído nombrar. El Bosque de Pegá, una maravilla, pienso que bastante desconocida, de la Ribagorza.



La meteo no pinta muy bien, es más, se ha pegado toda la noche lloviendo, e incluso antes de salir nos sorprende un pequeño chaparrón. La visibilidad de las cumbres cercanas, nula.
Carli, Marta y yo partimos del parquin situado en lo alto del Puerto de Bonansa. Tomamos una pista pedregosa en dirección Este. Pasamos junto a unas antenas y una balsa de agua. Enseguida nos introducimos en el bosque, cruzando un pequeño torrente, dejamos un ramal de la pista a nuestra derecha. La ruta sube siempre por pista, aunque con fuerte pendiente. A ratos cae alguna gota, pero poca cosa. Enseguida comprobamos que hemos elegido el día indicado, aunque lo mejor está por llegar. 


La ruta siempre hacia el Sur está flanqueada por espesos bosques. La excepción es un pequeño llano herboso rodeado de pinos, es El Clotet. Continuamos inexorablemente hacia arriba sin variar la dirección. Llegamos a un collado, ya sin vegetación arbórea, tan sólo, prado, erizones y bojes. La niebla no nos deja orientarnos, por lo que con el GPS comprobamos que estamos ya a más de 1700 mts. Con el mapa fijamos el punto, y vemos que nuestro objetivo, la cima de la Cruz de Bonansa está muy cerca a nuestra izquierda. No había nombrado este objetivo, porque para nosotros lo primordial era "conocer el otoño", pero ya se sabe que luego alguno por ahí preguntaría, "y, ¿no habéis hecho ninguna cima? Enseguida divisamos el vértice geodésico, alcanzándolo de inmediato. 
Cruz de Bonansa (1765 mts)

Foto, y para abajo, que no está el día para muchos descansos. Empieza a gotear ligeramente. Descendemos de nuevo al collado y volvemos por el mismo itinerario hasta El Clotet, donde buscamos una pista que sale a la izquierda. Esta zona es un poco herbosa, pero intuimos unas rodadas en la hierba que rápidamente dejan paso a una pista tapizada de hojas. Estamos ya en el bosque de Pegá. Una preciosidad, multitud de hayas en su plenitud otoñal. La ruta está completamente cubierta de hojas, y por si fuera poco la lluvia ya se ha presentado con todos los honores. Si queríamos ver el otoño, desde luego lo hemos encontrado.


Ya poco que contar, tan solo ver y disfrutar. La pista desciende con fuerza hacia el norte hasta una bifurcación a la izquierda que nos hubiera acercado a la Borda y mirador de Ansuilo (5 minutos). Llueve a chuzos y no está la cosa para miradores. Seguimos descendiendo y alcanzamos un pequeño refugio con un letrero en la puerta que reza: "Pórtate bien, los duendes te vigilan". Mensaje muy apropiado por el lugar, el ambiente y la meteorología. La cabaña está muy descuidada por dentro.


Una señal indica 40 minutos hasta el coche TODAVÍA. Jarrea con intensidad y ya vamos bastante empapados. De pronto, como una alucinación, aparece un personaje con un paraguas y una cesta para setas con tan solo una. Le comentamos que era una pena el día que había salido, y nos contestó que si queremos disfrutar del bosque ha de ser con lluvia, y a lo mejor tenía razón.
Zoom hacia la aldea de Alins


Por fin llegamos al coche, donde nos cambiamos de ropa y nos dirigimos hasta el cercano Bonansa donde me tomé una cerveza y mis dos acompañantes unos cortados. Se ve que estaban algo destempladillos. Una maravilla de circular, donde el bosque es el protagonista, y la ascensión una mera anécdota.

Temas relacionados