Es fácil recordar datos cuantitativos como nombres de picos, altitudes, desniveles, orientaciones, acotaciones geográficas, coordenadas GPS, grados de dificultad en diferentes escalas ... nos sobran mediciones y este blog es sólo para guardar pequeños detalles que sirvan para pulsar el nodo neuronal que dispara en nuestro cerebro evocaciones, recuerdos, sensaciones, sugerencias y demás impresiones cualitativas

2011-09-15

Tusse de Remuñe (3041 mts), Rabadá (3045 mts) y Jean Garnier (3025 mts)

La cima de la Tusse me regala este mar de nubes que cubre el Luchonnais
El valle de Lliterola reúne todas las condiciones para estar en el objetivo de muchos montañeros, pues comienza a buena altura, 1600 mts, y el circo de su cabecera está conformado por los macizos de Perdiguero, Lliterola, Crabioules, Tusse de Remuñe y cresta de Maupás, picos todos ellos sobrepasando los tresmil metros y con dificultades de todos los niveles, desde las fáciles pedrizas de Perdiguero o la Tusse, pasando por las crestas de segundo o tercer grado de los Crabioules o los Rabadá-Navarro, hasta las escaladas de dificultad y compromiso en la cara sur del Maupas.  Sin embargo, la ausencia de un refugio guardado hace que su vecino valle de Estós sea más frecuentado. 
Al comienzo aparece lejano el Perdigueret y, más aún, el Perdiguero




Y hacia atrás, el Pico de Estós y crestas de Cregüeña
Agosto se termina, tengo un día libre y como ya hace meses que no hago una salida en solitario, aprovecho en rápida y madrugadora escapada desde Zaragoza para llegar a Benasque de un tirón y aparcar casi al final de esa carretera que en los años ochenta iba a continuar a Francia por un túnel que nunca se hizo y que hoy permite alcanzar altura cómodamente. Dejo, pues, el coche casi al final, a 1600 mts y comienzo a andar por un sendero estrecho, bien señalizado, que penetra en lazadas por el bosque. Son las 9:15 de la mañana y la meteo anuncia lluvias por la tarde, así que debo darme prisa si no me quiero mojar.


Como iba solo, y no se dosificarme, debí andar bastante rápido, adelanté a todos los senderistas que me encontré por el camino, hasta que a partir del lago superior de Lliterola ya no me encontré con nadie. El valle tiene de todo, bosque, pastos, ibones, pedrizas, esquistos rotos y granitos compactos, aunque para mí siempre será el valle donde, con el transcurso de los años, he visto desaparecer completamente un glaciar. Si, en agosto de 1980 recuerdo lo que nos costó llegar al col inferior de Lliterola subiendo por un verdadero glaciar, pequeño, sí, pero con grietas y hielos perpetuos.
Maldito, Agujas de Cregüeña y Aragüells

Ibón Pequeño de Lliterola

Comienzo a buen ritmo y cuando veo la cabaña del Forcallo, abajo a mi izquierda, se que ya estoy a 2000 mts.  La senda sigue bien dibujada entre los prados alpinos, muy fácil de seguir. Apenas me detengo a intercambiar algunas palabras con los escasos caminantes que me encuentro y llego al embudo que estrangula el valle atrapando y dando lugar al ibón pequeño de Lliterola.  Ahora la pendiente del sendero se hace más fuerte, ganando altura hacia la derecha por encima del ibón para salvar los cortados y retornar a la orilla del laguito, un lugar apacible y silencioso, rodeado de altas paredes y dividido por el río que cae formando cascadas. El valle ha cambiado totalmente de forma, del terreno de los prados al de las rocas. Hay varios hitos marcando recorridos más o menos imaginarios, parece que se pueda subir por cualquier sitio quedando siempre la sensación de haber escogido el peor trazado. Una vez arriba, ya con pendientes más suaves, el valle se abre dejando ver las cumbres del circo y, a sus pies, el Ibón grande de Lliterola, que a diferencia de otros años, éste se encuentra desprovisto de hielos y nieves.  
Ibón de Lliterola a los pies de los Crabioules
Me encamino hacia la izquierda orográfica, es decir, a mi derecha, con la cima pedregosa de la Tusse muy cercana. El terreno, fácil, busca el trazado más evidente hacia el portal de Remuñe. Comienzo andando hacia arriba, sin saber muy bien por donde, pero hacia arriba. Llegado a un punto, en los escasos neveros que se empeñan en resistir este final del verano, veo huellas que superando una pala inclinada de nieve continúan por una canal descompuesta para salvar unas bandas rocosas acortando el camino a la cima. Pero calzo unas botas ligeras, con la suela muy desgastada, muy buenas para crestear pero absolutamente inútiles en nieve. Conclusión: mejor no atajar por no complicarme, tampoco llevo piolet para detener una posible caída.   
Picos de Lliterola, col Inferior y Crabioules. Lagos lechosos nacidos con la muerte del glaciar
Enseguida, no obstante, llego a la cumbre de la Tusse de Remuñe (3041 mts), a las 13:37. Me ha costado tres horas y cuarto incluyendo paradas. Tengo un truco para controlar los horarios con precisión: hago una foto en el momento adecuado y, como sabéis, en las propiedades del archivo JPG queda registrada la hora, siempre que la cámara esté sincronizada, claro. 
Cubetas glaciares, donde nacen los ibones 
El panorama es magnífico, posiblemente no haya en el Pirineo otro lugar desde donde se puedan ver tantos tresmiles, pero lo que me gusta más es mirar hacia abajo, descubrir las señales de lo que antes fue lecho de glaciar, morrenas formadas por amontonamientos de gravas, enormes placas de granito suavizadas y redondeadas por el deslizamiento de toneladas de hielo, cubetas formadas por sebreexcavación que hoy alojan ibones, de colores verde-lechosos los más jóvenes, nacidos hace pocos años, azules los que ya tienen más de 15 o 20 años. 
Cuanto más lechoso, más joven es el ibón
El cielo está cada vez más cubierto pero las nubes, altas por el momento, no ocultan las vistas por la vertiente española; en cambio, la francesa me regala un mar de nubes, donde las cimas sobresalen como islas del valle de Lys, hacia el Luchonnais. Desde la Tusse miro con entusiasmo el aparentemente cercano Maupas (3109 mts), que interpone ante mí una cresta y dos cumbres intermedias. A la primera, Rabadá (3045 mts), la cresta ni es demasiado estrecha ni demasiado aérea y enseguida alcanzo la pequeña cima. 
Las nubes hacia el norte están ya rozando los picos

Un esbelto cresterío: Tusse, Rabadá, Navarro, Maupas, Boum
De este pico no había descartado la idea de seguir al Navarro (3043 mts). Las explicaciones de Quique me advertían de un paso complicado en la bajada a la brecha y, por si acaso, llevaba algunas cintas para montar seguro estático pensando en el retorno. Una vez en el escenario, la bajada a la brecha no la vi tan complicada, pero pensando en la trepada al Navarro y posterior descenso, la encontré muy vertical y me pareció… poco prudente acometerla en solitario. Prefiero esperar la ocasión de volver con un compañero.     
El enhiesto Navarro visto desde el Rabadá
Bien, del Rabadá recorro la cresta de vuelta a la Tusse, bajo al col de Crabioules y acometo la cresta hacia la aguja Jean Garnier, con roca mejor que la precedente, un granito muy bueno y seguro. Esta cresta la disfruto, pero como no tengo claro que prominencia será la aguja, y hay confusión entre los autores de guías, recorro toda la cresta hasta llegar a un gendarme que hay que subir escalando por unas placas de IIIº. Aquí, seguro de en algún u otro momento haber superado la “falsa” Jean Garnier (3025 mts), comienzo el descenso, pensando que me gustaría volver para continuar la escalada por toda la cresta oriental de los Crabioules. Son las 14:30. 
Perdiguero, una cresta larga, larga ...

Las dos cimas del Crabioules
Incido en lo de "falsa" porque si bien el censo de Jean Buyse no ofrece dudas, parece que entre la comunidad montañera hay cada vez más unanimidad en identificarla como tal al gendarme de IIIº.
Las nubes estan cada vez mas bajas y mas grises, caen algunas gotas de lluvia.

 

desde la aguja Jean Garnier: Maupas, Navarro, Rabadá, Tusse
Para volver rápidamente del collado, sigo los hitos sin mirar demasiado, y siguiendo unos y otros acabo sobre bandas rocosas, por las que no había querido subir a la ida. Por no dar la vuelta, destrepo la canal descompuesta para llegar al borde superior del nevero, que visto desde arriba me parece más tieso que desde abajo.
Surcos en la nieve, huellas de un resbalón
Pongo un pie, no me inspira confianza, pongo el otro y … patino inmediatamente. Como la nieve aún está dura, intento frenar como puedo para no ganar demasiada velocidad, pensando que ya pararé al llegar abajo. Y así pasa, un tanto magullado por el frotamiento de los cristales de nieve.   

Mientras voy pensando en los inconvenientes de la montaña en solitario, disfruto de las últimas horas de silencio que me quedan hasta llegar al coche, a las 18:37 (eso, lo que estas pensando, hice una foto justo al llegar).
Han sido 1440 mts desnivel en 9 horas de silencio, nubes y tresmiles, percibiendo la sombra fantasma del glaciar. 

Finales de Agosto 2011. Rafa
Ibón de Lliterola antes de la tormenta

1 comentario:

  1. Enhorabuena Rafa. La montaña en solitario es muy dura y el silencio acaba siendo axfisiante. Muy buena la última foto; recuerdo en los años 80, cuando descendíamos de La Forca de Remuñe por donde se ve ese pequeño laguito a la izquierda, y aquello era un glaciar. El extinguido glaciar E. de Literola
    Enrique

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