Estamos a 27 de Diciembre, y ha estado nevando estos últimos días. Hasta en Zaragoza estuvo lloviendo ayer. Pensamos que el Pirineo está mal para hacer montaña, por lo que nos decidimos por la altiva Peña Oroel. Eso sí, vamos a ascenderla desde el sur, por la ermita de la Virgen de la Cueva. Poco después del punto kilométrico 11 en la carretera del Puerto de Oroel, aparcamos el coche junto a una pista que sale en ligero descenso a la derecha. Comenzamos a caminar en dirección E. teniendo a nuestra izquierda la Peña Oroel. Avanzamos por un espeso bosque de pinos. A la media hora llegamos a la Pardina de Ordolés, cruzando prácticamente por el medio.
La pista comienza a ascender ya con más decisión, atravesando una zona de pinos aparentemente enfermos y medio secos.
Giramos a la izquierda (N), enfilando ya hacia la mole rocosa. Un buen camino, ya nevado, sucede a la pista. El recorrido llega prácticamente a la muralla, por lo que vuelve a girar hacia el Oeste para recorrer la base por un frondoso bosque de bojes, pinos y acebos. Llegamos a una visera de roca por donde mana un manantial. El lugar es de enorme belleza. Del techo de la roca cae agua sin cesar que al llegar al suelo se hiela. El agua salpica a la vegetación cercana, produciendo una profusión de carámbanos de hielo.
La oquedad donde se encuentra la ermita es de gran tamaño, estando tapiada con una pared de piedra. Atravesamos la puerta enrejada y nos colamos en el interior, que es de gran belleza. El suelo completamente empedrado. La bóveda rezuma agua por todos los costados. Al fondo encontramos el altar y la imagen de la Virgen junto a un belén; todo esto tras una reja. Comemos afuera junto a una caseta de obra reciente y con un cartel que reza “Casa de Cofrades”. La vista desde este balcón es extensa sobre los pinares que hemos atravesado y cerrando el horizonte la Sierra Caballera. Continuamos la marcha en la bifurcación citada. Ascendemos dejando ya atrás la muralla que da al sur, y llegando a la zona conocida como las Neveras, que es el lomo somital de esta alargada montaña. A lo lejos, al oeste, divisamos ya la enorme cruz que corona la cima. Estamos ya en la ruta que viene por el Norte, que es la que normalmente se realiza, ya que es mucho más corto y con menos desnivel. Siguiendo las huellas de gente que nos ha precedido llegamos a la cima (1769 m). El viento es fuerte, y la temperatura 0º; así que sacamos unas fotos y para abajo. Eso sí, primero cantamos a Carli el cumpleaños feliz, ya que hoy cumple nada menos que 50 tacos. En menos que canta un gallo desandamos el camino por el lomo, llegando al portillo que nos introduce en la vertiente norte, ya que hemos decido hacer una ruta circular y descender por aquí. La bajada por los interminables zigzags es más peligrosa de lo que pensábamos, ya que algunos tramos presentan la nieve completamente helada y los patinazos se suceden con frecuencia.
apresuramos a comer, finalizando con café y vino de nueces. ¡Vaya nivel! Después de brindar por el Nuevo Año llamamos a Pedro para felicitarle las Navidades. Se encuentra muy cabreado por la huelga de controladores, que le han fastidiado el día. El frío es intenso, por lo que decidimos ponernos en marcha. Rápidamente recorremos los dos kilómetros que nos separan de la carretera general que viene de Jaca. La tomamos a la izquierda, y tras andar cuatro kilómetros más, llegamos al punto de inicio, ya prácticamente de noche.