Hace unos días recibí un correo de un amigo. El texto recogía una reflexión de lo que después de una larga ausencia de actividad montañera, había sentido en ese reencuentro. Un texto revelador de sus sentimientos más profundos de amor a la montaña.
En estos días extraños, en los que aprovechamos para repasar imágenes y píadas ya casi olvidadas, aprovecho para colgarlo en nuestro blog.
Gracias Juan Luis por estas cosas y por muchas más.
21 marzo 2020 (por cierto, Día Mundial de la poesía 2020)
''Siempre leo vuestros relatos montañeros , y me siento un poco gorrón , disfrutando mucho y envidiándoos más , así que para mitigar ese pequeño complejo de culpa me he decidido a echar unas cuantas palabras juntas , y esperar que el montón que formen tenga algún sentido.
Así que allá va, y como va de “proetas” esta será mi prosaica piada montañera.
El otro día, después de muuucho tiempo, volví al monte, ( por envidia, claro ) .
Algunos, equivocadamente, pensaréis que nunca he dejado de ir, unos por creer que sigue activa mi vida montañera y otros porque tienen por “monte” un concepto distinto al mío, y es que con el tiempo cada uno construye su propio diccionario vital.
“Mi monte” es una comunión complicada de explicar (como casi todo ese viento que se entretiene revolviendo mis espigas neuronales) ,es un compromiso sincero, con todas sus consecuencias. Un “somos uno” en el que dejo de ser yo mismo para pertenecer a algo inmenso. Un juego con otras reglas, con las suyas que hago mías.
Me convierto en un espectador sumergido en el cuadro que contempla. En fiscal que señala sin piedad mi comportamiento frívolo, arrogante, temerario e ignorante. En amante inexperto, pero satisfecho.
Y fue mi amada, en frío y perfecto silencio, quien me volvió a susurrar con dulzura mi condición de patán.
Y aquí estoy, purgando mi falta y haciéndola pública, disfrutando de mi torpeza en el amor, inexplicablemente feliz de mis primeros fracasos en este difícil arte, los primeros escarceos, las primeras dudosas insinuaciones, esos primeros dolores, ese sacrificio continuo que aumenta su peso en cada paso y desaparece en lo más alto, mutando en la escurridiza felicidad de lo conseguido, en la inmensa alegría que se lleva el viento de la cumbre , ese viento que me revive, que me da aliento , que me da la VIDA.
Dos días después, mi mente feliz continúa arrullando a mi cuerpo dolorido, consolándole de su orfandad momentánea. Porque ambos soñamos con volver a nuestro lugar, a donde nos corresponde, a retozar con increíble torpeza entre las sábanas de nuestra maestra hasta que la memoria recuerde lo inolvidable.
No hay fotos de troncos retorcidos de piel rugosa, nudosa y suave, ni de bosques alfombrados de nieve virgen, tampoco de torrentes espumosos que saltan sin vacilar entre rocas grafitadas de líquenes, ni de cumbres alcahuetas que asoman entre océanos de luz y nubes, ni de estrechas cornisas almenadas de pisadas y sostenidas por el vacío, dulce camino al cielo.
Sólo quedan imágenes que lloviznan despacito sobre mi campo de neuronas para que florezcan fuertes, rebeldes, alegres e inexpugnables. Esas imágenes trenzadas con sentimientos, sacrificios e ilusiones me las guardo para mí, eso va con mis reglas.
Un abrazo a mis padrinos por abrirme las puertas del cielo"
Juan Luis