Es por eso, que cuando Rafa me propuso hacer una salida matinal a la Osqueta no me lo pensé dos veces. Hay que aprovechar la mañana porque a partir de mediodía dan lluvia.
La Osqueta es una escotadura en forma de W que corta la sierra caliza de Santo Domingo, justo encima del despoblado Salinas Viejo. Hace años recorrí en varias ocasiones el sendero que parte de Salinas de Jaca y a través de la Foz del mismo nombre llega hasta el pueblo abandonado, pero nunca continué el ascenso hacia la Osqueta, siguiendo el antiguo camino que comunicaba los pueblos de Salinas y Villalangua con Agüero.
Hemos madrugado bastante, ya que la intención es volver a comer a Zaragoza. Almorzamos en Ayerbe, con lo que llevaremos simplemente un poco de comida de ataque y agua para ir bien ligeros.
Comenzamos en el pueblo de Villalangua (628 mts), a orillas del río Asabón. Tomamos la calle baja y salimos a una pasarela que cruza el río y siguiendo una pista enfilamos al sur, hacia la sierra. Está bastante nublado y la temperatura es más bien fresca.
Villalangua. Cruzando el río Asabón |
Hacia allí vamos |
Avanzamos muy rápido bordeando algunos campos de labranza y acercándonos rápidamente a la barrera rocosa cortada por la foz de Salinas. En una curva de la pista sale a la izquierda un camino perfectamente marcado, con una señalización Agüero, Foz de Salinas. Aún así no tiene pérdida ya que el comienzo se encuentra justo al lado de un curioso roble con dos troncos. Avanzamos ahora entre antiguos tapiales de piedra. Pronto estamos ya al pie de las curiosas paredes ocres de la foz. Detrás de ella la bonita cascada de la Fuente de La Rata se precipita elegantemente junto a un puentecillo que nos permite cruzar a la otra orilla, y donde el camino por fin empieza a ascender ya con más decisión.
Foz de Salinas |
Fuente de La Rata |
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Dejamos atrás la Foz |
El camino gana altura mediante lazadas, depositándonos en una especie de circo donde se encuentran las ruinas de lo que fue el pueblo de Salinas de Jaca, completamente arruinado y engullido por la exuberante vegetación. Tan sólo la iglesia gótica del siglo XVI permanece en pie a duras penas. Se nota que era de buena factura.
Hacemos un pequeño descanso y aprovechamos para visitar las ruinas. También sería mala suerte que justo ahora se desplomara.... La verdad es que parece mentira como ha aguantado el paso del tiempo. Yo lo recuerdo parecido a como se encontraba hace 40 años. Bufff.
Restos de la Iglesia |
Un buen ejemplar de Gótico Aragonés |
Continuamos nuestra particular carrera. 200 metros de desnivel nos separan de la Osqueta. El camino, perfectamente señalizado avanza ahora por un espeso bosque de pinos. Ganamos altura rápidamente y abajo queda ya el despoblado, la foz y más atrás todavía Villalangua. Al fondo la Sierra de San Juan de La Peña y el Pirineo, aunque cada vez más cubierto
Ascendemos por el bosque, siempre al sur |
Vista al Norte, Villalangua, San Juan de La Peña y el Pirineo |
Casi sin darnos cuenta (1,30 h) hemos llegado a la escotadura de la osqueta (1167 mts) donde el viento se acelera al cruzar la brecha. Al sur grandes extensiones de monte bajo en dirección a Agüero. Unas fotos y para abajo a toda velocidad, bueno en realidad corriendo. El camino es bueno y la pendiente tampoco es excesiva por lo que descendemos al más puro estilo "Kilian". Sin darnos cuenta estamos de nuevo en el despoblado. Un pequeño respiro y continuamos hacia abajo.
La Osqueta (1167 mts) |
El cielo cada vez está más encapotado y está comenzando a lloviznar. De todas formas ya no nos preocupa pues estamos muy cerca de Villalangua. Al poco cruzamos la pasarela del Asabón y llegamos tras invertir 1 h en el descenso.
Foz de Salinas. Al fondo Peña Oroel |
Al llegar al pueblo entramos en la Posada de Villalangua, un encantador lugar donde encontramos una lumbre encendida, cosa que se agradece pues la mañana ha refrescado bastante y además llueve. La decoración de la casa es exquisita. Nos tomamos una cerveza y unos trozos de longaniza.¡Qué buen final para esta jornada matinal! A nuestro lado un grupo de moteros cuentan sus "batallas" mientras apuran unas tazas de café, digno colofón al almuerzo que se acaban de zampar.
Tan relajados estábamos que me olvidé la cámara de fotos en el salón de la Posada y no me dí cuenta hasta que llegué a Zaragoza. Amablemente me la hicieron llegar al día siguiente. Menos mal. Prometo que volveré a este encantador rincón.
Mi hermano Carlos en la Fuente de La Rata (año 1976) |