Ibón de Armeña |
Llevamos ya unos cuantos fines de semana de mal tiempo, nos vemos obligados a desistir de ascender el Soum des Salettes, largamente planeado. No se puede hacer nada, o casi nada, pero la necesidad de meterse en montaña es más poderosa que el sentido común.
Sábado a las 21:00, llamada de Quique desde Benasque, que parece que el tiempo no será tan malo, que podemos intentar algo. Nueva llamada a las 23:30, que están cayendo chuzos de punta, que mejor mañana hablamos. Finalmente, llamada a las 07.00, que ahora no está lloviendo, que salimos cagando leches y nos juntamos en Campo, uno desde Benasque, otro desde Zaragoza.
El motivo no puede ser un pico porque la visibilidad a partir de 2000 mts es nula. Pensando algo original no se nos ocurre nada … ¿o no? también existen ibones solitarios en valles escondidos: nos vamos al Ibón de Armeña, nombre con resonancias quasi-ancestrales para nosotros, que conocimos una obra pionera en la literatura alpina: “Espíritu y técnica de la montaña” de Agustín Faus en 1974, donde aparecía una foto en blanco y negro con una tienda de campaña en medio de la nieve. Entonces, cuando empezábamos a tomar conciencia del vacío, Armeña nos parecía tan remoto como Konkordia Platz y Cotiella, una montaña ignota.
Así que con estos antecedentes, el Valle de Armeña adquiere tintes interesantes, parece que tengamos que justificarnos por, alguna vez, convertirnos en simples paseantes contemplativos. Es cierto que percibimos la ciudad como un paraje hostil y peligroso que nos obliga a llevar siempre la armadura puesta; llegados a la montaña con sus grandes espacios abiertos e irrepetibles, nos sentimos protegidos y acogidos, nos podemos desnudar de la armadura porque en estas latitudes y por encima de los 2000 metros, escasean las malas gentes.
Nos reunimos, pues, en Campo y seguimos dirección norte hasta Seira, allí nos desviamos a Barbaruens, donde abandonamos el asfalto tomando una pista que sale a la izquierda un poco antes de llegar a la aldea y recorre unos 3 o 4 kmts entre bosques y prados finalizando en una explanada con espacio para aparcar (1400 mts). Despreciamos un camino ancho con las marcas del GR-15 y preferimos una senda estrecha y empinada que nos llevará tranquilamente hasta el circo de Armeña. La senda comienza con fuerte pendiente pero como el desnivel que nos espera es suave, sólo 600 mts, arrancamos a buen paso. Por el momento hay algo de llovizna pero los gore-tex la soportan sin problemas. Atravesamos bosques espesos, primigenios y húmedos, donde aspiramos el olor característico del ozono –olor a lluvia- sintiendo cómo ese oxigeno triatómico que carga el ambiente de iones negativos nos da un chute de optimismo y bienestar (esto no es efecto de la sugestión sino de la bioquímica).
Los abetos alternan con hayedos de intenso y renovado verde primaveral, la senda asciende por encima del Barranco de Bilse y atraviesa las torrenteras de Gargalluso con restos de aludes. Nos cruzamos con un grupo de chicos que han pasado la noche en el refugio y se vuelven hartos del mal tiempo. Atravesamos las canales del Reduno, también marcadas por los aludes y llegamos antes de lo esperado al collado del Ibón (1900 mts) con vistas sobre el circo y el refugio; descendemos (1824 mts) hasta el Ibón de aguas absolutamente transparentes y por los prados de la orilla pronto alcanzamos el refugio, nos ha costado unas dos horas desde el parking.
Refugio de Armeña |
El paisaje lo preside Cotiella con sus 2911 mts, recordamos que su primera ascensión la realizó Henry Russell y todo el macizo fue muy querido por Raymond d’Espouy. La impronta de los franceses se nota en este circo tanto como en Guara y otras zonas del Pirineo.
El refugio (1860 mts) es libre, es decir, no está guardado. Sin embargo, está limpio y bien cuidado, siempre hay algo de leña y de comida. Tiene radioemisora de socorro, mesa, banco y chimenea. En el altillo con colchonetas pueden dormir entre 10 y 20 personas, dependiendo de lo que la confianza o la necesidad consientan en apretujarse unos y otros.
En el refugio coincidimos con una pareja llegada desde Benasque con su perro ‘Notas’ que nos recomiendan regresar por el barranco de Bilse, balizado como GR-15, cerrando un recorrido circular. Seguimos su consejo, disfrutamos de hayedos impresionantes y de la compañía de un rebaño de cabras que nos siguen o preceden, según los atajos que tomamos unos y otras.
Casi al mismo tiempo que la lluvia llegamos al coche, nos vestimos con las armaduras y retornamos a la ciudad, escasa en ozono y con demasiados iones positivos.
30 Abril 2011. Enrique, Rafa.