|
Llena del Bozo, Llena de la Garganta y Aspe |
La Llena del Bozo es el más occidental de la trilogía de picos que dibuja el horizonte que se divisa al llegar a Aísa. Desde esta localidad jacetana recorremos una decena de kilómetros a través de una sinuosa carretera hasta llegar al aparcamiento de la Cleta. Es en este punto donde dejamos el coche y empezamos a caminar, tratando de revivir la excursión que en 1997 por las mismas fechas realizamos junto a Carli y Pedro. Nada más emprender nuestro camino atravesamos una puerta metálica con cuidado de no golpearnos la cabeza. Tras transitar durante cinco minutos por una pista cementada, el panorama se abre junto al Refugio de Saleras permitiéndonos ver los picos que cierran el valle de Aísa hacia el norte y el tributario valle de Rigüelo hacia el este. Cruzamos de piedra en piedra el todavía en marzo no muy caudaloso Barranco de Igüer y nos encaramamos por la loma que cómodamente nos llevará por el mismo sendero señalizado que se dirige hacia el pico de Aspe.
|
Dejamos atrás el Refugio de Saleras |
|
Hacia el Este, valle de Rigüelo y Mallos de Lecherín |
Dejamos a la derecha el embudo que nos llevaría a este pico y seguimos el camino que inequívocamente se dirige hacia el norte.
|
Dejamos a la derecha la ruta al Aspe y enfilamos hacia el collado que separa la Llena del Bozo y Llena de la Garganta |
Desde Monrepós teníamos la sensación de que tras este parco invierno en precipitaciones había mejor innivación en el pirineo occidental que en todo lo que queda al este del Valle del Aragón, en cuyas caras sur la nieve comienza muy por encima de los 2000 metros. Es a partir de la cota 1900 de nuestra ruta donde comienza la nieve, punto a partir del cual calzamos crampones. Progresamos por nieve dura bajo las paredes de la Llena de la Garganta hasta llegar a un canalón que nos obligará a trazar zetas para superar el creciente desnivel. Una vez arriba avanzamos por un blanco valle entre las nevadas laderas de las dos montañas, que nos depositará tras 2 horas y 45 minutos en la Brecha Wallon o Paso de Napazal, desde el que contemplamos el estrecho corredor que sube desde el Barranco de Aspe.
|
Sobre los 2000 mts |
|
Las peladas laderas de Mesola |
|
Enfilando hacia el canalón |
A partir de aquí nos planteamos qué camino seguir para el definitivo ataque a la cumbre. En ausencia de huellas marcadas, aparentemente desde la Brecha se intuye cerca del filo un camino más empinado que el que asciende más a la izquierda rodeando un espolón rocoso. Es por éste por el que nos decidimos al observar unas huellas que después no tendrían continuidad. Error, creíamos que el sol que llevaba horas calentando esa ladera habría reblandecido la nieve, pero se trata de nieve venteada que no transforma, a veces más hielo que nieve. Ya en el flanqueo previo cuesta clavar las pisadas, pero aún se hace más complicado al intentar progresar por la empinada pala, cortada en su mitad por una faja rocosa que nos hace sudar de lo lindo. A duras penas conseguimos salir del trance y respiramos en un rellano previo a la cima,, a la que llegamos ya sin mayor dificultad. A tenor del descenso que realizamos por la pala más cercana al filo que separa de la vertiente opuesta, parece más recomendable ascender siguiendo esta última opción.
|
Desde la Brecha comenzamos el flanqueo. A nuestra espalda la espectacular Llena de la Garganta |
|
Después de superar la dura pendiente damos vista al oeste. Bernera y Bisaurín. |
|
Llegando a la cima |
El viento que nos ha acompañado desde el principio se hace notar en la cima, pero bien abrigados nos deleitamos con las vistas hacia los picos occidentales, con el Macizo de Bernera en primer término y el coloso Bisaurín detrás. Hacia el este, las caras norte de la Llena de la Garganta y el Aspe se muestran desafiantes. Bajamos la vista hacia los tupidos hayedos del Valle de Aspe y avistamos sorprendidos el humo que procede de una quema de pastos bajo el Macizo de Sesques, y que después terminó extendiéndose a nuestra vertiente, dejando una ligera calima que empañó en parte el azulado color celeste.
|
Zoom hacia la Canal de Izas. Al fondo Tres Sorores, y a la derecha Pala de Ip |
|
Bisaurín, y al fondo picos de Zuriza |
|
Ambiente invernal |
|
Pala de Ip, Aspe, Collarada |
|
Midi, Pallas, Balaitous |
|
Hacia el norte, Bozo de Bernera en primer término |
Llegando a la cima hemos visto una línea de huellas que tomamos en fuerte descenso hacia la brecha. Al principio con cuidado, pues hay bastante hielo. El descenso no ofrece mayor dificultad aparte de la lógica precaución que precisa la nieve dura.
|
Hacia el sur, La Magdalena y Peña Oroel |
|
A diferencia de la ascensión, ahora bajamos directamente a la brecha |
|
El estrecho paso hacia el norte da miedo |
A partir de la Brecha Wallon seguimos el mismo camino de ascenso con la nieve ya transformada, lo que permite progresar rápidamente. Después de quitarnos los crampones en la cota 1900, en menos de una hora llegamos al coche.
|
Punta Alta de Napazal |
|
Río Estarrún. Al fondo macizo de Bernera y Llena del Bozo |
|
Vista de la ladera este desde la Brecha Wallon, con la ruta seguida |
22 años después repetimos la experiencia de subir a la Llena del Bozo, saboreando en esta ocasión la soledad y el silencio que proporciona la montaña entre semana, con el añadido de la exigencia que nos ha requerido el ataque final a la cumbre. Este extraño invierno parecía habernos privado de la nieve, pero si se busca se encuentra.
27 de marzo de 2019. Enrique y Fernando