2010-08-28
Posets (3375 mts)
La reseña de Quique
Fernán, Marta y yo hacía días que habíamos planeado la subida al Posets desde Eriste por la llamada Ruta Real. Más tarde se unieron a nuestra idea Kuka y Alba, convaleciente todavía de una lesión en las uñas. Por si no éramos pocos nosotros cinco, cuatro amigos de Marta y Alba (Gerard, Carlos, Ignacio y Javier), de Villanova, quedan con nosotros en el Refugio Angel Orús.
Carlos Barrau nos aproxima con el todo terreno hasta el parquin de la cascada de Espigantosa.
Comenzamos sobre las 17,30 h. la marcha los cinco citados en primer lugar. Las primeras rampas nos hacen sudar de lo lindo, pero pronto cogemos un ritmo vivo que nos permite llegar al refugio a las 19 h. Nos registramos, y después de acomodarnos en el dormitorio Espadas, bajamos a cenar. Espaguetis y albóndigas, botellita de vino, infusión y una partidita de parchís antes de retirarnos a dormir.
A las 6 h 15 min. nos levantamos y bajamos desayunar. Mientras lo hacemos llegan los otros cuatro compañeros que han salido desde la cascada. ¡¡Vaya madrugón!!
Son las 6 h 50 min cuando empezamos la marcha. Somos un buen grupo. Los más jóvenes van en cabeza, detrás Kuka, y más atrás Fernán, nombrado fotógrafo oficial, y yo. Al cruzar el torrente de Llardaneta nos reagrupamos, y aprovechamos para recoger agua, ya que no volveremos a encontrar en toda la ascensión. El camino asciende suavemente por praderíos en dirección a la Canal Fonda. Poco antes de llegar a ella dejamos a la izquierda el GR que va hacia el collado de Eriste. Al entrar en la canal nos topamos con un nevero que impone la colocación de crampones. Luego un tramo de piedra nos obliga a descalzárnoslos, y posteriormente otro pala de nieve dura y empinada hace que volvamos a ponerlos hasta el collado del Diente (3020). Desde aquí nos quedan 350 m. de desnivel, al principio por ladera pedregosa y luego por una ancha cresta sin dificultad. Las nubes, que nos han acompañado desde primera hora, han proliferado considerablemente, por lo que la visibilidad resulta ya escasa a esta altura. Entre la niebla y el viento llegamos a la cima (3375 m) en menos de 3 h y media desde el refugio, y es que estos chicos nos han puesto un ritmo endiablado, y eso que algo se han cortado por no dejarnos muy atrás. Nos hacemos unas fotos cimeras y nos escapamos empujados por lo desapacible del tiempo. Descanso y algo de comer en el collado del Diente, donde volvemos a recibir los reconfortantes rayos del sol. A punto estamos de continuar hacia el cercano Diente de Llardana, pico que destaca por su verticalidad, pese a lo cual no reviste mayor dificultad. Después del merecido descanso descendemos la canal, de nuevo con crampones. La vista sobre la Aguja del Forcau es cautivadora, casi es lo único que hemos visto, ya que apenas hacia el oeste la escasa visibilidad nos ha permitido observar la mole del cercano Espadas. Hacia el este, y a través de jirones de nubes desgajadas, algún lago del rellano de los ibones, y prácticamente nada más. Eso sí, las fotos que consiguió Fernán salieron fantásticas gracias al juego de luces creado por las nubes y el sol.
Casi sin darnos cuenta estamos de nuevo en el refugio, donde hemos dejado algunas cosas que no íbamos a utilizar en la jornada de hoy. También aprovechamos para tomarnos unas cervezas antes de reemprender la marcha hacia la cascada de Espigantosa. Al poco comienza a chispear, pero pronto se convierte en un verdadero chaparrón que nos deja completamente calados, llegando al parquin hechos una auténtica pena. Menos mal que Barrau ya está con el Terrano esperando, y no tenemos ni tiempo de coger frío. Al día siguiente, en Villanova celebramos el éxito cosechado y la consagración de Gerard, Carlos, Ignacio y Javier, los 4 nuevos tresmilistas.
Agosto 2010. Quique, Marta, Fernán, Kuka, Alba, Gerard, Carlos, Ignacio y Javier
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Ascensiones,
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2010-08-11
Maupas (3109 mts) y Boum (3006 mts) por el valle de Lys
El valle de Lys es verde, verde, pero está muy lejos. Rafa y yo hemos de atravesar el túnel de Viella, y tras comer en una terraza en Bossost pasamos a Francia a través del Coll del Portillón, donde comprobamos los efectos devastadores sobre el bosque de la ciclogénesis explosiva del último invierno. Recién comidos, y con un calor espantoso comenzamos la ascensión hacia el lejano refugio de Maupas. El sendero nace nada más cruzar el río, junto al parquin. Se introduce en un espeso bosque trazando un zigzag casi perfecto, conservando siempre la dirección Sur. Al salir del bosque, junto a un árbol caído y gracias a unas referencias leídas en algún blog, encontramos un desvío, tomándolo a la izquierda (SE), desvío que de no saberlo queda oculto por el cepellón del árbol.
Atravesamos unos praderíos y volvemos al bosque. Sobre los 1700 mts, teniendo enfrente el pico Sacroux y la cresta que lo une al Mall Pintrat (tan cerca de Benasque, y al mismo tiempo tan lejos) giramos a la derecha en dirección O. Llegamos al final del bosque hacia los 1900 mts, en el llano de Prat Long, con su cabaña y a la vista ya del teleférico industrial de EDF -Electricité de France- que ya no nos abandonará hasta llegar al refugio. Ahora el camino intenta superar la ladera norte en continuas y mareantes lazadas, siempre en la vertical de Prat Long.
Por fin, y después de 3 h 45 min. Llegamos al refugio, diminuto y precario, pero con el encanto de otros tiempos y la amabilidad de sus guardas, Yvette y Patrick. La reducida planta se distribuye en un pequeño hall, la cocina, el comedor y el departamento dormitorio, con tres baldas corridas, a la antigua usanza (recuerdo el Forcau de hace 25 años…) Creo que habrá unas 30 personas, todos franceses menos Rafa, yo y, ¿de dónde habrá salido?, un israelí.
Lo más curioso del refugio es el WC, un cubículo separado, con el frente totalmente abierto, no sólo sin puerta, ni siquiera sin pared, frente a un cortado. Poco íntimo pero con vistas espléndidas. En el lateral hay un cartel con dos caras, "libre" y "occupé" para que el usuario lo gire a conveniencia. Con todo, las sorpresas están garantizadas.
Nos registramos, cenamos el consabido plato de pasta con cordero, apretados en el comedor abarrotado y la tertulia con nuestros vecinos de mesa es inevitable. Conversamos con un francés, aspecto de guía, que mañana escalará la arista E. del Crabioules por la aguja Jean Garnier. Su silencioso acompañante sonríe y asiente de vez en cuando ¿será su cliente? También con dos chicas de Saint-Gaudens, aspecto sobrio y decidido, que mañana irán al Maupas y que acostumbran a ir solas. El resto parecen senderistas mal equipados y peor experimentados. La conversación se centra en el "mauvais pas" que da nombre el pico, unas placas lisas que suponen la única dificultad de la ascensión.
Volvemos al refugio y nos cruzamos con el israelí, completamente aislado porque no habla francés. Rafa le saluda en inglés y se nos pega como una lapa, el pobre está siguiendo una travesía con una mapa poco más que de carreteras y no tiene ni idea de los collados. Rafa pregunta a los guardas, en francés, el estado de la nieve por los collados y se la traduce al israelí. Ante nuestra amabilidad se atreve a preguntar si puede venir con nosotros, así, sin botas ni piolet ni crampones y con una mochila de 30 kgs. Los curiosos franceses que asisten a la conversación, nos dicen que ni se nos ocurra. El israelí, digno y resignado, acepta estoicamente la evidencia.
Después de desayunar empezamos la marcha hacia el sur, justo por detrás del refugio. Los mojones son abundantes por lo que la progresión, alternando praderío con zonas de granito, es fácil.
Estamos a 2800 más o menos. Pasamos a la ladera Oeste, siguiendo los hitos, que tras un buen pedregal nos alzan a la cima del Maupas (3109 mts). Nos sorprende aparecer en un lugar tan conocido habiendo accedido por una ruta completamente nueva para nosotros. Abajo, el Valle de Remuñe con sus dos laguitos, en los que 15 días antes me estaba bañando. Una sensación extraña, me siento como si estuviera en casa, pero al mismo tiempo muy lejos de ella. El Perdiguero, justo enfrente con su nevero norte prácticamente desaparecido, y que este año ha vuelto a renacer. El Crabioules, desde aquí parece una aguja inexpugnable, pero distinguimos al “guía” y su cliente, colgados en mitad de la cresta.
Sólo tres franceses han llegado a la cima, justo después de nosotros y compartimos el panorama. El resto de ellos han naufragado en el minúsculo nevero y los que han podido atravesarlo, no han superado el “mauvais pas” ni las alternativas que han intentado buscar. Zapatillas, bañadores, sin crampones, sin piolet. Y eso que los españoles tenemos fama de no ir equipados.
Sólo tres franceses han llegado a la cima, justo después de nosotros y compartimos el panorama. El resto de ellos han naufragado en el minúsculo nevero y los que han podido atravesarlo, no han superado el “mauvais pas” ni las alternativas que han intentado buscar. Zapatillas, bañadores, sin crampones, sin piolet. Y eso que los españoles tenemos fama de no ir equipados.
Comenzamos el descenso por el mismo itinerario y nos cruzamos con una de las chicas de Saint-Gaudens, que también consigue cima. Al llegar al mauvais pas nos detenemos para ver la posibilidad de ir hasta el lejano Pico del Boum. Sutilmente intento convencer a Rafa de que este pico lo podemos intentar desde Benasque en cualquier momento, pero no hay manera. Últimamente Rafa está pletórico de fuerza y de coco, así que decidimos poner manos a la obra. El Boum se encuentra lejos, al Este, al final de una afilada cresta que lo une con el Maupas. Yo ya subí hace años por la vía Nariño desde Remuñe, con Pedro, pero le he prometido a Rafa acompañarle.
Nos calzamos los crampones y nos adentramos en el glaciar, sorprendentemente blanco a estas alturas de la temporada. Rafa sigue mis huellas con cierta dificultad, dice que yo voy rápido. Ya le tocará a el abrir vía cuando lleguemos a la roca. Prácticamente sin perder altura avanzamos bajo la cresta en dirección al contrafuerte NE que se desgaja de la montaña del Boum. Una vez rebasado volvemos a ascender al Sur por una vaguada entre este pico y el de Mall Barrat a nuestra izquierda. Se abre sobre nosotros una pedrera que da acceso a la montaña.
El Boum es uno de esos picos negros que producen repelus. No sé por qué, pero no me gustan los picos negros. Nos cruzamos con tres franceses que descienden de la cima. Nos dicen que falta poco, que es fácil. Que nos demos prisa, que el tiempo va a cambiar.... Seguimos a nuestra marcha, pasamos junto a una placa que recuerda a un montañero fallecido de nombre Alexis. No me gustan los picos negros, y menos con lápidas. Un paso algo aéreo y posteriormente una corta chimenea nos depositan sobre la cima del Boum (3006 mts). Los tres franceses ya vuelven por el glaciar, muy por debajo de nosotros.
Un zumbido que enseguida reconocemos antecede la visión de un helicóptero que nos sobrevuela reconociendo muy detenidamente el terreno. Es tan tenaz en su búsqueda casi inmóvil que nos preguntamos, dado lo tardío de la hora, si nos buscará a nosotros, que somos los últimos que debemos quedar por la montaña. Nos movemos para dar sensación de normalidad, pero el helicóptero sigue rastreando minuciosamente el terreno, está claro que busca a alguien.
Descendemos por el mismo itinerario. Sopesamos la idea de acortar algo descendiendo directamente al lac Blue, que se encuentra relativamente cerca, pero no nos complicamos la vida y volvemos sobre nuestros pasos hasta llegar a las huellas de los franceses que seguro vuelven al refugio. Nos cuesta un poco encontrar la línea de hitos, pero por fin lo logramos.
El helicóptero sigue su rastreo sistemático. Atravesamos morrenas, dejamos atrás neveros, y por fin empieza a aparecer de nuevo la hierba. Una perdiz nival de buen tamaño nos sorprende, tan enorme que le cuesta emprender el vuelo. Los hitos están repartidos generosamente por el itinerario y llegamos al refugio sin novedad, pero unos gritos nos reciben: “eux!, il sont eux!, ils sont revenus, les montagnards!” Ya está, pensamos, los desaparecidos somos nosotros, pero no, el motivo es más prosaico: Yvette, la guardesa, espera inquieta al “guía” y su compañero que salieron temprano sin pagar y no han vuelto. ¿habrá un cobrador del frac alpinista?
Un pequeño descanso, un refresco, y para abajo. Nos quedan 1300 mts de bajada. Se hace menos pesado de lo que pensábamos. Llegamos al parquin en 2 h 30 min. Nos encontramos con las dos chicas de Saint-Gaudens. Nos preguntan que tal ha ido la excursión, y acabamos charlando plácidamente frente a unas cervezas (sobre todo Rafa por eso de que es el que domina el idioma).
Nos enteramos de las últimas noticias. Resulta que el “domador” era uno de los senderistas en bañador que no han podido subir al pico. Obstinado, ha intentado ascender por la pared, se ha caído y altivo, pero herido en su orgullo, completamente cabreado le dice a su mujer que se va a los lagos. Se marcha sólo. La mujer y el resto regresan, pasan las horas, no vuelve, pasan más horas, llamada de socorro, helicóptero, búsqueda desesperada … el “domador”, en vez de regresar al refugio ha continuado el descenso y está plácidamente en el bar. Su cerveza le costará muy cara al CAF, pues aunque no lo merezca, está federado. Terminamos la conversación con las chicas y nos despedimos. Es curioso, hemos hablado con mucha gente pero no sabemos el nombre de nadie.
Carretera y manta hasta Villanova, donde nos espera Ana con una cena a base de huevos fritos. Bonito final.
Agosto 2010. Enrique, Rafa.
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Ascensiones
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