Walter Bonatti tenía una casa en Cala San Vicente, a los pies del Cavall Bernat. El mejor alpinista de su época se había despedido del alpinismo extremo en 1965 con la apertura de una vía en la cara norte del Cervino, sólo y en invierno. Entonces, cambiaría el piolet y los clavos por la cámara fotográfica y la máquina de escribir en su nueva vida como reportero.
De sus temporadas en Cala San Vicente no se sabe mucho. Seguro que recorrió la Serra de Cavall Bernat que tenía justo enfrente; en sombra por la mañana debido a la orientación de su cara noroeste, pero recortadas todas las agujas de su cresta a la luz del amanecer y doradas por el sol de la tarde; pero no dejó nada escrito. Sin embargo, cuando algún montañero local le visitaba para saludarle, él les dibujaba rutas en la pared y comentaba de alguna escalada que había realizado. Me cuenta Miguel Angel que un amigo suyo, Joan Riera, "es Cosí", un buen aperturista, una vez que le visitó, Walter le pasó al salón y le fue dibujando de memoria toda la pared con posibles vías en espolones, diedros factibles, puntos de ataque para alguna pared, etc. De todo aquéllo no queda nada. Y siguiendo los pasos del maestro, Miguel me ha traído hoy hasta aquí.
Hace un año que Miguel Ángel abrió en esta pared una vía con otro amigo y con un vivac en la gran cueva, por el mero placer de hacerlo: La nit du moscards. 400 mts. con dificultades hasta IV+, poco mantenida, no muy buena roca y bastante vegetación, pero en un marco INCOMPARABLE.
La aproximación, claro está, hay que hacerla en barca y a ser posible, con el mar como un plato, para encaramarse rápidamente a la roca y trepar los primeros veinte metros por una roca excelente.
Para llegar a una buena plataforma donde aprovechamos para encordarnos.
Continuamos por una placa, todavía de buena roca, hasta la segunda reunión, donde nos quitaremos las camisetas pues el calor se deja notar.
Poco a poco vamos llegando a la gran cueva, cuajada de estalactitas.
A la izqda. de la cueva, según se llega, sale una repisa aérea encima del acantilado, que Miguel me recomienda recorrer. ¡Soberbia!
Se sale de la cueva por la derecha, por una repisa, hasta un gran arbusto donde se monta la reunión. De hecho, es aprovechando la maleza donde va Miguel montando las cintas exprés, no hay rendijas para friends y la roca tampoco los aguanta de la tierra que tiene tan blanda alrededor. Como ventaja, el aroma del romero resulta casi embriagador.
Mientras aseguro a Miguel veo, allá abajo, un águila pescadora dando vueltas en busca de algún pez. Cuando llego a la reunión, Miguel también la ha visto y me comenta que hay alguna pareja nidificando en las grutas de estas paredes. Llegamos a la ultima reunión y salida donde nos da el primer rayo de sol. Ya solo queda trepar 4 o 5 mts. por un escalón.
Y llegar al collado de Capellassa, donde a nuestros pies se extiende todo el valle de Boquer hasta su cala homónima. Boquer, la antigua Bocchoris, asentamiento prerromano de la época talaiotica. Dicen que en la ladera sur de la Talaia Vella, pasando la antigua finca Boquer Petit, hoy desaparecida, se pueden ver los basamentos de las paredes y sepulcros. Yo los busque en 1998 y no encontré nada......tampoco soy yo Schliemann. ¡¡Y me faltaba la Ilíada como guía para saber donde buscar!! Con la fundación de Pollentia por el cónsul Cecilio Metelo en el 123 AC, poco a poco fue decreciendo su importancia hasta desaparecer. Maravillosas historias de la Isla.
Subimos a la cima que tenemos a la izqda., según se sale de la vía, por la cresta.
Para poder admirar desde la cima los 350 mts. verticales de los acantilados del “bálano” que da nombre a la cresta, de toponimia... dulcificada. De “Carall trempat” paso por arte de magia a Cavall Bernat. No solo aquí. Hay “Cavall Bernat” por toda la geografía mediterránea. Pero eso es otra historia.
Bajamos hacia cala Boquer, donde nos espera la capitana Rosa, para embarcarnos.
Damos una vuelta por los acantilados e islotes, disfrutando de esta tarde fantástica y Miguel me enseña la cueva del Aragonés, vías y futuras escaladas. Y en el cabo del final de la Sierra de Cavall Bernat, la punta de La Salada, me comenta que hace años le hicieron una voladura para romper parte del farallón. Escucho con atención, me suena a nuevo, pero poco a poco iré recordando y bajando en el coche a Palma recuerdo haberlo leído en aquellos fabulosos fascículos de Rutas escondidas de Mallorca que publicaba Jesús García Pastor en el año 1972. Fotos en blanco y negro y montajes panorámicos artesanales, pero textos llenos de sabor y simpatía. Fui encontrando algunos cuantos, allá por los años ochenta, en librerías de lance. Y, en efecto, tengo el numero 57, que habla de la travesía de la Serra y cuenta el plan original de las voladuras. Inicialmente serían tres, pero que solo se realizó la primera en el año 1949. El propósito era evitar la “salada”, la nube de agua con salitre, que salía despedida con los temporales de norte y que producían una nube que se internaba cientos de metros tierra adentro y malograba tanto cultivos como pastos. La transcripción de la carta del propietario de la finca, Sr. Capllonch Miteau, lo aclara todo.
¡¡Por aquí subimos!!
Desde Cala Molins se aprecia la pared en la lejanía, con los turistas en primer plano. ¡¡Se impone baño y cerveza!!
De vuelta a casa a ultima hora, se han formado unas pequeñas nubes en el cielo que reflejan una luz maravillosa, como en los cuadros de Anglada Camarasa; o debería reescribir la frase diciendo que desde su casa en Puerto Pollensa, el pintor supo plasmar magistralmente la luz de las calas norte de Mallorca.
Adéu Cala San Vicente.
Ciao Walter.
22 Junio 2015. Miguel Angel y Pedro