Es fácil recordar datos cuantitativos como nombres de picos, altitudes, desniveles, orientaciones, acotaciones geográficas, coordenadas GPS, grados de dificultad en diferentes escalas ... nos sobran mediciones y este blog es sólo para guardar pequeños detalles que sirvan para pulsar el nodo neuronal que dispara en nuestro cerebro evocaciones, recuerdos, sensaciones, sugerencias y demás impresiones cualitativas

2010-02-02

Moncayo (2316 mts) por el Cucharón

El tiempo en este invierno lluvioso sigue inestable y nos ofrece la excusa perfecta para cambiar el Pirineo por el SIstema Ibérico ascendiendo al Moncayo (2316 mts) por su vía más directa, El Cucharón, que gana la cima desde el circo de San Miguel mediante un trazado rectilíneo de 300 mts de desnivel con pendientes de 30º a 50º. Dia gris, cielo gris, nieve gris, todo está gris y sin relieve. A causa del fuerte viento, la nieve está arañada y esculpida en cristales de hielo que crujen bajo nuestros pasos. Mientras Quique (el auténtico) prepara su reseña, adelantamos las fotos. Luego dice que la reseña la tengo que terminar, que "haberla no empezado". Allá voy.
La ascención comienza desde el Santuario, al que llegamos conduciendo los últimos kilómetros sobre pista embarrada. Allí mismo un cartel disuasorio advierte de los peligros que acechan y tiene sentido después de varios accidentes mortales en invierno.
Comenzamos la senda, el terreno está helado, cada resbalón nos tienta a poner los crampones que no tardamos en calzar. Caminamos por el bosque. Superando el límite del arbolado, de repente, aparece el circo que fué glaciar y hoy sólo en invierno recuerda esplendores perdidos. Todo, cielo y nieve, se confunde en una tonalidad uniforme de grises rota por una sucesión de manchas que ascienden las pendientes del Cucharón mientras otros puntos dibujan el amplio circulo que sigue la vía normal.














La nieve tiene una capa costrosa que cede al
pisarla y nos hunde hasta la capa inferior, helada, donde apenas clavan los crampones. Intentamos seguir las trazas que nos preceden, siempre en línea recta sin zigzaguear. Nos sorprende que todos los montañeros que cruzamos van muy bien equipados, todos con crampones y piolet, pero más nos sorprende ver algunos que descienden las secciones más empinadas a cuatro patas y otros que intentan asegurar su paso vacilante con bastones llevando el piolet bien guardado en la mochila.
Si se caen en esta pista de patinaje iran dando tumbos hasta Veruela por lo menos. Justo en ese momento, dos surferos bajan derrapando con sus tablas haciendo chirriar al hielo que no admite giros ni vaivenes.
Seguimos subiendo, la pendiente se acentúa al pasar junto a unas formaciones rocosas cubiertas de verglas que preceden la rampa final.
Nos faltan sólo unos pocos metros para la cima, un poco más y vemos por debajo de nosotros todo el lomo de la Normal. Un poco más y se abre el panorama, el viento forma dunas de hielo, es la cima. El vértice geodésico se adivina en una de ellas, hacia el Norte se divisan perfectamente los Pirineos, al Sur todo se confunde.
Hace tanto frío que enseguida comenzamos el descenso, bajamos muy rápidos con paso firme, en algunos tramos el hielo vivo aflora y cruzamos con precaución, pero enseguida estamos casi en el Santuario, en el límite helado que no cruzan los paseantes. Un padre que está sentado cansinamente sobre el pretil, huevon él, me pide que ayude a una niña pequeña a bajar entre las piedras heladas. La niñe me sonrie al darme gracias. Hospedería, cerveza, café, vuelta al coche.
Enero 2010. Quique, Rafa.

2010-01-03

Peña Oroel (1769 mts)

La reseña de Quique
Peña Oroel cara SurEstamos a 27 de Diciembre, y ha estado nevando estos últimos días. Hasta en Zaragoza estuvo lloviendo ayer. Pensamos que el Pirineo está mal para hacer montaña, por lo que nos decidimos por la altiva Peña Oroel. Eso sí, vamos a ascenderla desde el sur, por la ermita de la Virgen de la Cueva. Poco después del punto kilométrico 11 en la carretera del Puerto de Oroel, aparcamos el coche junto a una pista que sale en ligero descenso a la derecha. Comenzamos a caminar en dirección E. teniendo a nuestra izquierda la Peña Oroel. Avanzamos por un espeso bosque de pinos. A la media hora llegamos a la Pardina de Ordolés, cruzando prácticamente por el medio. cabaña junto a la Pardina de Ordolás
La pista comienza a ascender ya con más decisión, atravesando una zona de pinos aparentemente enfermos y medio secos.
Giramos a la izquierda (N), enfilando ya hacia la mole rocosa. Un buen camino, ya nevado, sucede a la pista. El recorrido llega prácticamente a la muralla, por lo que vuelve a girar hacia el Oeste para recorrer la base por un frondoso bosque de bojes, pinos y acebos. Llegamos a una visera de roca por donde mana un manantial. El lugar es de enorme belleza. Del techo de la roca cae agua sin cesar que al llegar al suelo se hiela. El agua salpica a la vegetación cercana, produciendo una profusión de carámbanos de hielo.
carámbanos
Continuamos ascendiendo por el sendero dejando a nuestra derecha el camino que sigue hacia la Peña Oroel, para llegar hasta la inmediata Virgen de la Cueva. Inscripción en la ermita
Interior de la ermitaLa oquedad donde se encuentra la ermita es de gran tamaño, estando tapiada con una pared de piedra. Atravesamos la puerta enrejada y nos colamos en el interior, que es de gran belleza. El suelo completamente empedrado. La bóveda rezuma agua por todos los costados. Al fondo encontramos el altar y la imagen de la Virgen junto a un belén; todo esto tras una reja. Comemos afuera junto a una caseta de obra reciente y con un cartel que reza “Casa de Cofrades”. La vista desde este balcón es extensa sobre los pinares que hemos atravesado y cerrando el horizonte la Sierra Caballera. Carli con Peña Guara y Sierra Caballera al Sur El lomo cimeroContinuamos la marcha en la bifurcación citada. Ascendemos dejando ya atrás la muralla que da al sur, y llegando a la zona conocida como las Neveras, que es el lomo somital de esta alargada montaña. A lo lejos, al oeste, divisamos ya la enorme cruz que corona la cima. Estamos ya en la ruta que viene por el Norte, que es la que normalmente se realiza, ya que es mucho más corto y con menos desnivel. Siguiendo las huellas de gente que nos ha precedido llegamos a la cima (1769 m). El viento es fuerte, y la temperatura 0º; así que sacamos unas fotos y para abajo. Eso sí, primero cantamos a Carli el cumpleaños feliz, ya que hoy cumple nada menos que 50 tacos. En menos que canta un gallo desandamos el camino por el lomo, llegando al portillo que nos introduce en la vertiente norte, ya que hemos decido hacer una ruta circular y descender por aquí. La bajada por los interminables zigzags es más peligrosa de lo que pensábamos, ya que algunos tramos presentan la nieve completamente helada y los patinazos se suceden con frecuencia. Cantando cumpleaños feliz
Buitres sobrevolando curiososEl bosque está precioso, con los abetos adornados de nieve. Es una imagen plenamente navideña. Con algún que otro resbalón llegamos al Parador de Oroel.
En una de las mesas adyacentes nos Bosques por la cara Norte


... y más bosqueapresuramos a comer, finalizando con café y vino de nueces. ¡Vaya nivel! Después de brindar por el Nuevo Año llamamos a Pedro para felicitarle las Navidades. Se encuentra muy cabreado por la huelga de controladores, que le han fastidiado el día. El frío es intenso, por lo que decidimos ponernos en marcha. Rápidamente recorremos los dos kilómetros que nos separan de la carretera general que viene de Jaca. La tomamos a la izquierda, y tras andar cuatro kilómetros más, llegamos al punto de inicio, ya prácticamente de noche.
Vino de nueces
Al regreso rodeamos la cara Oeste
Diciembre 2009. Enrique, Carli, Rafa, Fernán.

2009-12-08

Anzotiello (2211 mts)

La reseña de Quique 
Llegamos a Hecho y tomamos la carretera hasta la Selva de Oza. Comenzamos la ascensión junto al Refugio de La Mina. Tomamos un sendero en dirección O. dejando a nuestra izquierda el GR que lleva al collado Petraficha.
Txipeta
La pendiente es suave, incluso vamos llaneando. Pasamos junto a unos hayedos, donde pasta un grupo de caballos. El barranco de Acherito va a nuestra derecha, y muy por debajo. Al poco ya vemos de frente a nosotros el grupo de cimas Anzotiello y Gorreta, y un poco más a la derecha Mallo Acherito, Petrechema y agujas de Ansabere. El día es frío (3 grados) y además está algo nublado. Estamos en otoño, pero aquí se huele ya a Invierno.
Quimboas
Una pequeña capa de nieve tapiza las praderas. Una pareja de quebrantahuesos vuelo sobre nosotros. La pendiente continúa suave, por lo que nos cuesta bastante llegar al pie del collado de Anzotiello. A nuestra izquierda las moles de las paredes norte de Petraficha y Quimboas nos impresionan, aunque Rafa comienza a hacer planes de futuro sobre alguno de los corredores que se encaraman a las cimas. La subida final hasta el collado se hace un poco delicada, ya que los escasos neveros están bastante duros y debemos rodearlos por pendientes de cascajo y rocas sueltas. Una vez en el collado vemos la línea de mojones que vienen de la parte de Zuriza que parece una ruta mucho más transitada que la nuestra. Ascendemos por la ladera sur del Anzotiello, alcanzando la cima con algo de cuidado porque hay nieve tapizando la roca.
Cima de Anzotiello
La vista es buena, aunque al norte, el Mallo Gorreta nos oculta el panorama. A nuestros pies la parte superior del valle de Gamuela. Al Este, y entre una maraña de nubes atisbamos las grandes cumbres de Balaitus, Vignemale, Midi, Collarada, etc.
El día está bastante inhóspito, por lo que comenzamos el descenso hasta el collado, donde aprovechamos para comer algo, y Rafa nos obsequia con un café (eso sí, del tiempo). Nos preguntamos cómo es posible que nunca hayamos tomado café en las excursiones con Pedro (habrá que analizarlo).
El resto del descenso lo realizamos por el mismo itinerario de subida.
Descendiendo hacia el collado
Cada vez está más nublado, el viento sopla de cara con fuerza. Ya no están los caballos pastando, ni los quebrantahuesos… Es como si el invierno se nos echara encima. Quizás mañana nieve…
Noviembre 2009. Rafa, Fernán, Enrique.

Impresiones

Fernán lo vió así
        Otoño en la Selva de Oza

Anzotiello, finales de Noviembre, ambiente absolutamente otoñal, un día para recordar: cielo plomizo, frio húmedo, penetrante, nieve helada, silencio, más silencio, soledad, sarrios, caballos y quebrantahuesos. Paisaje dolomítico, café entre amigos, ese café que no se vende por Tenor Fleta.

2009-12-05

Forca Estasen (3028 mts)

La reseña de Quique

Amanecer sobre Aneto y Coronas
La Forca Estasen es un modesto pico de poco más de 3000 metros situado en la parte inferior de la mítica cresta de Salenques. Pedro, Rafa y yo comenzamos la marcha en el Plan de Besurta, a 1920 m. de altura. Avanzamos hacia el Este, dejando enseguida a la derecha el sendero al refugio de la Renclusa. Avanzamos mientras amanece por praderas de suave pendiente hasta que llegamos al Forau de Aigualluts. Dejamos a la izquierda la ruta que lleva al valle de la Escaleta, y atravesamos el llano en dirección al torrente de Barrancs. Comenzamos a ascender por la orilla izquierda, aunque Pedro nos advierte que el verdadero itinerario va por la otra orilla. Efectivamente, encontramos algunas dificultades mientras vemos por el otro lado los hitos. Por fin podemos cruzar el torrente, aunque no con pocas dificultades, ya que las piedras en las que nos apoyamos están tapizadas de una fina capa de hielo. Abandonamos el curso del río, puesto que llegar por aquí hasta el ibón de Barrancs, supondría encontrarnos atascados en un inmenso caos de enormes rocas.
Por las morrenas hacia la cresta de Salenques
Superado este tramo desembocamos en una amplia morrena procedente de la parte más oriental del glaciar de Aneto, y cuya cima la tenemos justo encima de nosotros, al Sur. Los hitos nos llevan ahora hacia el NE, hacia la colladeta de Barrancs (2480 m), desde donde vemos todo el itinerario restante. 100 m. más abajo, a nuestra izquierda tenemos el ibón de Barrancs. A nuestra derecha los contrafuertes que descienden de la Espalda del Aneto. Al fondo, enfrente, la altiva cresta de Salenques, entre el collado del mismo nombre y el Pico Margalida. La colladeta es como una puerta que nos introduce en otro mundo. La altura de estas cumbres, las extensas pedreras, testigos de lo que fueron inmensos glaciares, morrenas perfectas fabricadas por el glaciar en su último empuje en la llamada Pequeña Edad del Hielo, le dan a este paisaje un halo de grandiosidad y de misterio.
En morado, nuestro recorrido
Descansamos un rato, mientras Pedro, que este verano ya ha hecho la arista de Salenques con un guía, nos describe el itinerario a seguir. Descendemos de la colladeta hasta la morrena formada por los glaciares de Barrancs y Tempestades. La pedrera es inmensa, pero no se anda mal. Llegamos así a una morrena lateral del glaciar de Tempestades. Esta montaña de bloques es perfecta, adivinándose el empuje del hielo y el consiguiente amontonamiento de piedra.
Por esta loma vamos ascendiendo al mismo tiempo que sentimos entrar en un mundo majestuoso. Yo nunca había visto formaciones glaciares tan “de libro” como en este lugar. La morrena se estrella contra un riñón rocoso que se desprende de la cresta, y que bordeamos por la izquierda hasta alcanzar una especie de terraza bajo la arista por la que podemos avanzar sin ninguna dificultad. Gran profusión de vivacs. Tenemos ya encima de nosotros la cima de la Forca. Descubrimos a la izquierda un canalón por el que ascenderemos. Pedro se ha adelantado y ya lo divisamos en la brecha inmediata a la cumbre. Poco después, y tras una breve trepada nos encontramos los tres en esta irrelevante cima (3028 m), pero con unas vistas espectaculares sobre el macizo más alpino del Pirineo.
Cima, al fondo lago de Barrancs
Al Este tenemos el valle de Salenques, al Sur los picos de Russell, la cresta de Salenques culminada en el pico Margalida y toda la arista del Pico Tempestades al Aneto. Pedro nos comenta que estuvo aquí, aunque unos metros más al sur cuando hizo la arista, y no descubrió cuál era la cima de la Forca Estasen. La verdad es que apenas llega a superar en 10 m. a las brechas contiguas. Comenzamos a descender por el mismo itinerario, descubriendo en la terraza inferior a la cresta una placa conmemorativa de un accidente, creo recordar que de 2004.
Detras la cresta continúa hacia el Russell
Margalida Continuamos por las morrenas y pedregales hasta llegar de nuevo a la collada de Barrancs, donde descansamos un poco al calor de los últimos rayos de sol. El resto del descenso sin problemas, yendo esta vez por la margen derecha del torrente hasta el plan de Aigualluts, y de aquí al coche. Regreso sin más hasta Zaragoza.
Octubre 2009. Pedro, Rafa, Enrique.
Tempestades, Espalda y Aneto

2009-12-04

Diente de Llardana (3085 mts)

La reseña de Quique
amanita muscariaRafa y yo comenzamos a andar a eso de las 6 de la mañana. Partimos del aparcamiento situado junto a la cascada de Espigantosa. La oscuridad es total, lo que ayuda a que no veamos las empinadas rampas del comienzo. Avanzamos hacia el refugio Angel Orús, donde nos esperan Manuela y Pedro, que han pasado la noche allí. Avanzamos por el tupido bosque con los frontales encendidos. De vez en cuando paramos para fotografiar alguna seta junto al camino. Poco a poco va amaneciendo, y cuando llegamos al pie de la subida final ya es completamente de día. El camino sube en interminables zig-zags, hasta que por fin salimos del bosque y ya tenemos sobre nosotros el inmenso refugio. Pronto descubrimos a Manuela en la terraza, y poco después asoma Pedro. En un momento estamos ya con ellos. Hacemos un descanso y reemprendemos los cuatro la marcha hacia el Diente de Llardana, tomando el camino que se dirige, de momento, hacia el collado de Eriste.
Diente de Llardana
Cruzamos el río por una palanca. Recuerdo que antes de estar este puente, y según las épocas, era complicado el paso del río. Poco a poco nos vamos acercando a la Canal Fonda. Es aquí cuando dejamos a nuestra izquierda la ruta hacia Lago Llardaneta, collado Eriste y refugio Viados. Enfilamos hacia el norte por la Canal Fonda que esconde algún pequeño nevero evitable por las pedreras laterales. Hacemos un pequeño descanso a mitad de la canal. Retomamos la ascensión, que en ningún momento se hace excesivamente dura.
Espadas y Tuca Llardaneta
Alcanzamos por fin el collado que separa el Diente de la mole del Posets. Dejamos las mochilas bajo el enorme escarpe del diente, y nos dirigimos hacia el sur siguiendo los hitos. Primero avanzamos horizontalmente, pero luego emprendemos una fuerte subida por una especia de canalón diedro con escalones herbosos. La subida es muy sencilla, pero rapidamente se va abriendo un abismo a nuestra derecha que inevitablemente nos hace pensar en lo peligroso que sería un tropezón. Pedro lleva atada a Manuela, mientras que Rafa y yo vamos sin encordar. Llegamos a la parte superior, donde la pendiente decrece y podemos andar ya tranquilamente hasta alcanzar la corta arista que nos separa de la cima. Tan sólo una pequeña bavaresa sin dificultad antes de llegar al hito (3085 m). La caída hacia el oeste es terrorífica. Yo pienso que es extraplomo desde la cima hasta la base en el valle sur de Posets. El paisaje no es de lo más bonito. Los esquistos dan ese tono ocre que recuerda a terreno quemado. (Llardana quiere decir tierra quemada). Aún así hacia al oeste la vista del Espadas con sus estratos verticales imposibles le confieren una extraña belleza.
Manuela y Pedro con el Posets al fondo
Al norte, en la cima del Posets se ve gente que suben y bajan. Estamos lo justo para sacar unas fotos y comenzamos el descenso, ya que aunque fácil requiere bastante atención. Descenso quebradizo
Descendemos la primera parte sin problemas, y al llegar a la zona de mayor pendiente extremamos las precauciones avanzando lentamente. En poco tiempo hemos llegado al collado, donde hacemos un largo descanso. Proseguimos el descenso por la Canal Fonda. La piedra suelta no es el fuerte de Manuela, que desciende con mucho tiento y con algún que otro resbalón. Aunque perdamos algo de tiempo no importa porque vamos muy bien de hora, ya que la ascensión ha sido bastante rápida. Una vez fuera de la Canal retomamos el camino herboso y avanzamos ya rapidamente hacia el refugio.
ojo que estas NO son rebollonesDe nuevo parada y cervecitas. El resto del descenso, de lo más relajante. Yo incluso tuve ocasión de recoger algunos robellones. Al llegar al aparcamiento, Rafa y yo nos despedimos de Manuela y Pedro, que se dirigían a Benasque. Nosotros continuamos viaje a Zaragoza.
Septiembre 2009. Manuela, Pedro, Rafa, Enrique.


Descenso por la Canal Fonda a la vista de la Aguja del Forcau


2009-11-03

Montferrat (3219 mts), Central (3235 mts), Petit Vignemale (3032 mts)

La reseña de Quique
neveros en el Valle d'Ossoue
Hemos dejado el coche en el pequeño parquin junto a la presa de Ossoue. El camino empieza llaneando por la orilla izquierda del embalse. Acaba de caer un chaparrón, por lo que el ambiente es muy húmedo. Al final del llano cruzamos a la orilla derecha y comenzamos el ascenso hacia el refugio. Sudamos de lo lindo, por el ambiente, y porque vamos con el tiempo un poco justo para llegar a la cena en Baysellance.
Vamos tomando altura, cruzamos el torrente que baja del pico Monferrat y continuamos por el zigzagueante sendero hasta las cuevas Bellevue, mandadas construir por Henri Russell. Dejamos la ruta del glaciar y nos desviamos a la derecha, llegando al refugio completamente empapados a las 18,30 h.
Nos registramos, tomamos posesión de la habitación y nos disponemos a cenar en el comedor, donde nos acompaña un madrileño que está dando la vuelta al macizo del Vignemale. Después de cenar, una infusión, y a dormir. Tan sólo estamos Rafa, Pedro y yo en la habitación. Un lujo.
Hacia Col des Glaciers
A la mañana siguiente, de noche todavía, nos levantamos, desayunamos, y comenzamos a ascender por el sendero de la Horqueta de Ossue. Al llegar al collado amanece y vemos el valle de Gaube a nuestra derecha. Nosotros seguimos ascendiendo las últimas rampas que nos llevan a la cima del Petit Vignemale (3032 m).
Encontramos a dos franceses que llevan idea de realizar la travesía hacia Chausenque por la arista. Justo la misma idea que llevamos nosotros. Los dos franceses comienzan a descender los primeros resaltes y se posicionan rapidamente en lo alto de un escarpe que es necesario descender para llegar al collado de los Glaciares. Mientras se piensan seguir o volver, Pedro recorre el trozo de arista hasta el escarpe. Se lo piensa un rato. Los dos franceses retroceden. Pedro aún queda mirando por aquí y por allá. Al final vuelve hasta la cima donde nos encontramos. Dice que no ve nada claro, ya que no encuentra ningún anclaje donde asegurar. Nos quedamos un rato en la cima, y decidimos volver sobre nuestros pasos, pasar por el refugio, y bajar hasta la ruta normal de Vignemale, donde enlazaremos con la vía de la Arista E. del Monferrat, pico que queremos ascender.

El descenso hasta el cruce con el camino que viene de Gavarnie lo hacemos rápidamente, pero luego la cosa cambia, pues tenemos que hacer una penosa travesía por toda la morrena para alcanzar la orilla derecha del glaciar, donde comienza la arista de Monferrat. Por fin nos encontramos ascendiendo esta pendiente de 700 m. desnivel, con las mochilas llenas, material de escalada, piolet, crampones, el completo. Al principio es una simple loma, pero poco a poco se va afilando y ganando altura sobre el glaciar a la derecha y el profundo valle de Monferrat a la izquierda. Por momentos la pendiente crece, obligándonos a poner las manos en algún tramo comprometido y con roca suelta.
Trepando por la cresta Oriental
Nos elevamos considerablemente sobre el glaciar y el Petit Vignemale enfrente de nosotros. No sabemos exactamente la altura del pico, por lo que los últimos tramos se nos hacen penosos, avanzando con mucha lentitud. Rafa está en las últimas, y no hace mas que decir que ya no puede más, cosa que nos preocupa por que la vuelta por aquí puede ser lamentable; mucho peor que si llegamos a la cima y descendemos por el glaciar. Clot de la Hount, Vignemale, Pitón Carré, Chausenque

Por fin llegamos a un canalón muy roto que nos deposita el la cresta O. a pocos metros de la cima a nuestra derecha (3219 m), donde ya vemos a Pedro con cara de pocos amigos por nuestra tardanza. La verdad es que Pedro tiene razón, pues el tiempo está algo revuelto y amenaza tormenta. Las nubes ya cubren en parte las cimas vecinas de Pique Longue y Clot de La Hount. Descendemos a un pequeño collado que nos separa del Pico Central y dejamos las mochilas. Es como si se hubiera obrado un milagro en nuestros cuerpos. Avanzamos ligeros y a toda velocidad por la espectacular y aérea arista que nos lleva hacia el Central. La caída a nuestra izquierda es impresionante, con las marmolera de Labaza a nuestros pies, y un poco más allá la profundidad del valle del Ara. Sin darnos cuenta hemos ascendido el Pico Central (3235 m). Las nubes cubren ya todas las cimas, por lo que sin más demora emprendemos el regreso hasta el lugar donde hemos dejado las mochilas.
Cresta Central-Montferrat
Desde aquí descendemos con cuidado para buscar el mejor lugar de descenso al glaciar, que alcanzamos sin novedad. Nos calzamos los crampones y nos encordamos con una técnica que nos enseña Pedro. Rafa va primero, yo en el centro, y Pedro (que es el bueno) detrás. Si Rafa cae en una grieta, todo el peso va directamente a Pedro, evitando que el tirón de la cuerda me afecte a mí, y Pedro acabe por tener que sujetar a los dos. Los grupos que vemos van sin encordar, pero la verdad es que el glaciar, aunque en plena regresión, todavía deja entrever numerosas grietas. Al llegar a la morrena, nos quitamos la cuerda y los crampones, y nos juntamos con una pareja de franceses que se extrañan que los españoles no tomen medidas de seguridad en el glaciar. Encordados con técnica Y
Seguimos descendiendo, ya por el sendero que nos ha de llevar hasta la presa de Ossue, donde llegamos unas dos horas más tarde, y bastante cansados. Justo al meternos en el coche descarga un fuerte chaparrón. El viaje, largo pero relajante. Recuerdo subiendo las empinadas rampas del Tourmalet, mientras Pedro nos comenta historias de astronautas. Al llegar a Ainsa el coche se me muere. Se ha acabado la batería. Rafa se queda conmigo hasta que viene el mecánico. Pedro duerme en Ainsa, Rafa se va a Zaragoza, y yo a Villanova, donde llego a la 1,30h. Excursión para recordar.
Agosto 2009. Pedro, Rafa, Enrique.
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